Lo que el cuerpo calla, el alma revela.



«El cuerpo puede ser mutilado, pero el alma nunca.» Y, sin embargo, a veces andamos completos físicamente. «Aunque a nuestra alma parezca faltarle algo».

La mutilación del cuerpo es visible. Es lo que el espejo refleja y lo que el mundo alcanza a notar. Pero la mutilación del alma, que muchos interpretamos al vacío del alma —ese que muchos cargamos en silencio—. Es silenciosa. Invisible. Y en demasiadas ocasiones, ignorada.

A veces se vive con un cuerpo completo… y con un espíritu desgarrado. Otras veces, se sobrevive con un cuerpo mutilado, pero con un alma que resiste, que vibra… que brilla aún más fuerte.

Yo he atravesado la mutilación tangible. No obstante, lo extraordinario es que, desde ese aparente vacío, floreció mi voz más genuina.
Porque mientras algunos esconden heridas que el alma aún no cierra, yo decidí mostrar mis cicatrices… transformadas en letras.

Quizá eso que «falta» en el alma no sea un pedazo roto, sino una parte que aún no se ha encontrado: un anhelo, un sentido, una pasión dormida.

Y para mí, escribir es esa forma de recordarle al alma que nunca, nunca ha perdido su luz.



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