Para meditar.

 

«Porque incluso en la tormenta, siempre hay una oportunidad de renacer.»

Esta frase nos sitúa en el caos, en el dolor, en esos momentos donde todo parece tambalearse. La tormenta representa la pérdida, la enfermedad, la confusión, el miedo… pero también la purificación. Es el momento en que la vida nos obliga a detenernos.

Cuando hablamos de oportunidades, esto nos introduce en la esperanza, pero no como algo pasivo. Habla de algo que se presenta y que hay que estar atento para reconocer. La oportunidad no grita: se insinúa, se abre paso en medio del ruido. El desafío está en verla en medio de la niebla.

Aquí la palabra clave no es simplemente sanar o superar. Es renacer: volver a empezar con otra conciencia, con cicatrices convertidas en raíces. Renacer no es regresar a lo de antes, es volver a emerger con una versión más fuerte, más sabia, más verdadera de uno mismo.

Te desafío a hacerte las siguientes preguntas

  • ¿Eres capaz de ver tu tormenta como un umbral y no solo como un obstáculo?
  • ¿Te atreves a escuchar lo que la vida te está susurrando entre el ruido de la crisis?
  • ¿Qué parte de ti necesita morir para que otra pueda renacer?

Renacer no es olvidar la tormenta, sino aprender a florecer en su recuerdo. Que cada herida sea semilla, y cada paso, un nuevo comienzo. Porque dentro de ti hay más luz de la que imaginas… y siempre, siempre es posible volver a empezar.



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