El enojo

 El enojo: ¿eco del egoísmo o voz de nuestros principios?

El enojo que nace del amor, a lo justo, puede ser voz. 
El enojo que nace del ego… solo es ruido.

Hay emociones que vienen gritando… Y el enojo es una de ellas.
No pide permiso. No espera el momento. Se filtra cuando el alma se ve acorralada por la injusticia… o por el ego.

El enojo no es siempre maldito.
Jesús se enojó. Volcó mesas. Alzó la voz. Lo hizo por un principio: la casa del Padre se había convertido en mercado. Su enojo reveló el corazón de Dios, no la herida de su orgullo.

¿Y nosotros… por qué nos enojamos?

  • ¿Por proteger valores… o por sentir que nos ignoran?
  • ¿Por ver atropellada una verdad… o por no tolerar que nos contradigan?
  • ¿Por defender lo justo… o porque se nos toca el ego?

No todo enojo es pecado. Pero cuando nos arrastra, nos desnuda.
Cuando se nos abre la boca antes que el alma… el daño ya está hecho.

El enojo y el espejo del corazón

A veces no es la situación lo que enciende el enojo… Es la acumulación.
Los silencios que se callaron por miedo. Las verdades que no dijimos por evitar conflictos. Y cuando explota… no sale solo lo de hoy. Salen palabras que estaban en el fondo… como piedras escondidas.

 ¿Qué puede sanar ese enojo?

  • Hacernos la pregunta incómoda: ¿Qué hay detrás de mi ira?
  • Aprender a ponerle pausa a la boca… y play al corazón.
  • Reconocer si estoy defendiendo principios… o alimentando resentimientos.

Para reflexionar

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.” 

Efesios 4:26

Este pasaje nos recuerda que el enojo puede ser legítimo, pero no debe prolongarse ni convertirse en pecado. Es una invitación a resolver lo que nos inquieta antes de que la oscuridad lo transforme en rencor.

 


#ReflexiónCristiana #EmocionesConPropósito #EgoVsPrincipios

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