“El silencio no siempre es ausencia… a veces es intimidad.”
Este
pensamiento invita a ver el silencio no como abandono, sino como un espacio
sagrado donde el alma se encuentra con Dios sin palabras.
“A
veces, el silencio nos confunde. Pensamos que el que calla… se aleja. Que la
ausencia de palabras es ausencia de amor. Que si Dios no responde… ya no está.”
“Pero
el silencio también puede ser intimidad. Un suspiro compartido. Un espacio
donde no se exige, solo se está.”
He
aprendido que hay silencios, que son quejas del alma. Que no se gritan, pero
laten fuerte. Que miran al cielo y preguntan sin palabras: ¿Me ves? ¿Me
escuchas? ¿Me recuerdas?
Versículo bíblico:
“En
quietud y en confianza será vuestra fortaleza.”
Isaías 30:15
Este
versículo nos recuerda que la fuerza no siempre se manifiesta en el ruido, la
acción o la respuesta inmediata. A veces, la verdadera fortaleza está en la
quietud, en la espera, en el silencio que confía.
Aplicación espiritual:
- Cuando sientas que
Dios guarda silencio, no lo interpretes como indiferencia. Tal vez está
creando espacio para que tú lo escuches más profundamente.
- Practica el
silencio como oración: apaga las palabras, enciende la escucha.
- Usa el silencio para evitar reaccionar desde la frustración.
- Respira, espera, confía. El silencio puede ser tu escudo y tu altar.
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