Gratitud

La gratitud que honra incluso cuando dolió.

“Hoy quiero hablar de la gratitud… esa que muchos han olvidado.” Porque pareciera que amar, cuidar o ayudar se volvieron ‘obligaciones’. Pero no lo son.

“La gratitud es reconocer que nadie está obligado a sostenernos. Cuando alguien lo hace… es un regalo. Una elección.”

“A mí me han herido personas que un día me ayudaron. Y aunque el dolor no desaparece, el agradecimiento tampoco.”

“Porque la gratitud no borra lo malo… pero honra lo que fue verdadero.”

La gratitud no depende de cómo terminó la historia.
Depende de cómo elegimos mirar lo que alguien hizo por nosotros,
aunque hoy esa persona ya no esté, o incluso nos haya herido.

Porque el corazón agradecido no borra lo bueno por lo malo.
Sabe separar. Sabe honrar. Sabe decir: Me ayudaste, cuando yo no podía más… Y eso no lo olvido.

En un mundo que exige, que reclama, que cree que todo es “obligación”, la gratitud es un acto de humildad.
Es reconocer que nadie está obligado a sostenernos,
y que cada gesto de amor fue un regalo, no una deuda.

“Y eso me salva. Me salva de la amargura, del orgullo, del reclamo.”

 

Versículo para acompañar esta reflexión:

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
1 Tesalonicenses 5:18

Este versículo no dice “den gracias cuando todo esté bien”, sino en todo. Incluso en lo difícil. Aún en lo que no entendemos.

  


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