El Perdón

Perdonar: cuando el alma sangra, pero el amor decide Como cristiana, sé que el perdón no es una opción decorativa del evangelio. Es un mandato. Fui perdonada en la cruz, no por mérito, sino por amor. Y, sin embargo, hay días en los que perdonar duele más que la herida misma. Pero no siempre nos hiere un extraño. A veces es quien más amamos. Y esa traición, esa palabra, ese abandono… se queda dando vueltas en la mente, como una espina que no deja dormir. Y cuando no perdonamos, esa espina se convierte en raíz: raíz de amargura . Hebreos 12:15 nos advierte: “Mirad bien… que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe, y por ella muchos sean contaminados.” La falta de perdón no solo nos lastima a nosotros. Se filtra en nuestras relaciones, en nuestra fe, en nuestra paz. ¿Cómo enfrentar el perdón cuando cuesta? 1. Reconociendo el dolor sin justificarlo. Perdonar, no es decir, “no pasó nada”. Es decir: “Sí, me dolió… pero no quiero vivir atada a ese dolor.” “Cer...